miércoles, 11 de abril de 2012

Segorbe

  Las niñas no querían pasarse los días de vacaciones sólo en casa.


 También hay que comprender que son jóvenes y que sus cabecitas inquietas necesitan ver mundo.


  El martes de Pascua, 10 de Abril de 2012, después de comer en el patio, seguimos en la mesa, con el cafetito, pensando dónde podíamos salir aquella tarde. Varias eran las alternativas. Laura defendía su opción de sitio de playa. Pero al resto nos tiraba más la montaña, sin embargo, no dábamos con el sitio perfecto. Y eso que las cosas te llevan de unas a otras, surgió la idea de visitar Segorbe. Raquel y Laura nunca habían estado allí y les apeteció de repente visitar aquellos lugares de los que Juanjo les hablaba cuando recordaba sus años de estudiante en el Seminario Menor.


  Ya con el plan de ruta claro, nos arreglamos y salimos.


  Para no tomar la autovía, por su recorrido más monótono, optamos por desviarnos desde Onda por una carretera secundaria, serpenteante y soleada, que cruza la Sierra de Espadán. El paisaje vale la pena, pero yo acabé un poco mareada con tanta curva.


  En Segorbe, buscábamos dónde aparcar, y desde la calle de la Esperanza, que es la principal calle que cruza el pueblo, subimos a mano derecha por la calle del Argen, que discurre paralela a la muralla, en la parte alta del pueblo; aparcamos en una pequeña placita, la Plaza del Angel. Y desde allí, comenzamos a recorrer el casco antiguo: las murallas medievales, la torre de la cárcel, la torre del verdugo,el acueducto medieval, el Ayuntamiento, la Catedral, el Seminario, el parque de la Glorieta... Paseamos por sus calles, olfateando la esencia segorbina, e hicimos un pequeño alto en una cafetería de la plaza del Ayuntamiento.


  Desde donde teníamos el coche, en el mirador, se pueden observar unas preciosas vistas de la Plana de Segorbe.
Cada una que mire su mejor instantánea...



  Continuamos nuestra turística tarde visitando la Fuente de los 50 caños, muy típica también, y que tampoco las chicas conocían.


Laurita, las poses tienen su peligro...

  Y claro, lo típico también es intentar beber un sorbito de agua de todos y cada uno de los 50 caños...


Si a esto le combinamos la subida a La Cova Santa de Altura, con su subida y sus curvas interminables, no es de extrañar que a alguna de ellas no le hiciera provecho el agua...



Mas, a pesar de estos pequeños contratiempos, las salidas en familia siempre valen la pena. No sólo por los lugares que visitamos, también por nuestras conversaciones, y por lo que todos aprendemos, por lo que nos reímos, e incluso por lo cansados que llegamos a casa.