jueves, 29 de agosto de 2019

Una visita inesperada, ¡y genial!

  No sé bien cómo empezar a contaros estos 5 días de agosto... Me tendría que remontar a las vacaciones de hace 5 años; o tal vez más allá todavía, a 1980, o a 1498...
  Os confesaré que me da un poco de pereza. Pero, de otra manera, no vais a entender la trascendencia de esta visita.
  Nos remontamos a 1498. Según cuenta la historia, sobre estas fecha, reinando Manuel I en Portugal, naves portuguesas que luchaban en la Liga Santa o de Venecia contra la expansión francesa sobre Italia del rey Carlos VIII, llegaron a la costas de Torreblanca. Estaba el mar calmado, Guillermo, sacerdote de la expedición, sacó la imagen de la virgen que llevaban a bordo para venerarla y suplicarle que les trajera vientos favorables que impulsaran las naves. Tal como bajaban la imagen se levantaba el viento. Esto sucedió por 3 veces; ya que cada vez que la devolvían a la nave, se quedaba de nuevo el mar calmado.
  Debiendo las naves salir de aquella playa, resolvieron que Guillermo se llevara la imagen tierras adentro y la depositara en una ermita que encontrara en el camino.
  Fue así como la imagen de la Virgen llegó a la ermita llamada entonces de los Santos Mártires Abdón y Senén de Benlloch. Posteriormente se la conocería como ermita de la Virgen del Adyutorio.

  Bueno, tampoco ha sido tan grave. Ya tengo la primera parte contada.
  Prosigo.

  Sobre 1980, en tiempos de la Asociación Cultural Benifaixó de Benlloch, el cronista de la villa y catedrático D. Victor Bort Casanova junto a su amigo, co-fundador y posteriormente sucesor, José Miguel García Beltrán (mi suegro), realizaron las primeras pesquisas para tratar de averiguar el origen de la Virgen. Sabían que las naves portuguesas salieron en el S. XV desde Lisboa (Portugal). Sabían también de la existencia y la advocación de la Virgen de la Ajuda en Lisboa.
  Ese fue el inicio del gran proyecto que suponía el Hermanamiento de las 2 parroquias: la parroquia da Ajuda de Lisboa (Portugal) y la ermita de la Mare de Déu de l'Adjutori de Benlloch.
  Os hablo de 30 años recabando información, manteniendo una comunicación más o menos fluida con Portugal, luchando por un sueño... Pero el proyecto no se acaba de materializar.

  Ahí tenéis la segunda parte.
  Ya me voy acercando.

  En 2014, aprovechando nuestra semana de vacaciones familiares, viajamos a La Pesga en Cáceres. Nos acompañaban los abuelos. A parte de visitar y conocer la zona, decidimos hacer una escapada a Lisboa. No es que estuviera cerca, pero vimos que era la mejor ocasión para conocer y ver con nuestros propios ojos el origen de nuestra Virgen.
  Y allá que nos fuimos. viajábamos con Maps de Google y le pusimos como destino la Igreja da Boa Hora. Nossa Senhora da Ajuda. Llegamos al sitio marcado, aparcamos un tanto extasiados por dónde nos hallábamos, y quisimos preguntar a algún vecino para que nos confirmara si era el sitio que buscábamos y nos informara de si podíamos hablar con alguien o visitar el lugar... Era sobre medio día, en agosto, así que os podréis imaginar que no pasaba mucha gente. Vimos acercarse a un señor mayor, pero en el último momento tuve vergüenza de preguntarle por si no me sabía explicar o no me entendía por el idioma, y dejé que pasara de largo.
  Entonces ocurrió lo que mi suegra calificó de milagro de la Virgen.
  Se acercó hasta nosotros un chico, con cara de buena persona y le paramos para preguntarle.

jueves, 15 de agosto de 2019

Día en familia

  El tío Vicente llevaba tiempo intentando invitarnos a pasar el día en Linares de Mora.
  La tía Isabel, Rafael y él pasaron el mes de julio allí arriba. Y nos llamaron para ver si subíamos, pero fue complicado porque los jóvenes trabajaban todo el mes, y Juanjo también y el fin de semana, que todos estábamos libres, fue imposible cuadrar las agendas.
  Ayer, por fin, todos estábamos disponibles. Y los tíos dispuestos también a viajar con nosotros.
  Salimos tempranito. Pasadas las 8 de la mañana ya estaban los tíos en Benlloch.
  En el pueblo estamos en fiestas, y los jóvenes no se acostaron pronto la noche anterior. Sin embargo, todos madrugaron, con ilusión puesta en el día.
  Han arreglado la carretera de Mosqueruela, y tuvimos un buen viaje de ida.
  Llegamos a Linares y nos llevaron a almorzar al bar donde suele almorzar el tío cuando están allí de vacaciones.



  Como podéis ver, la juventud le pega bien.

  Después paseamos por las calles de Linares. Me encanta caminar por las calles de los pueblos, sobretodo cuando las paseas con gente del terreno, que te explica anécdotas, historias de antes, detalles que te pasan desapercibidos de otra manera.


  La tía Isabel llamó a las puertas de algunas vecinas y presumía de familia... Me encantó.

  Nos despedimos de Linares y nos acercamos hasta el área recreativa del Pino del Escobón. ¡Madre mía qué árbol más grande! ¡Y qué paraje más bonito!





    De camino a Allepuz, donde íbamos a comer, hicimos una pequeña parada en la plaza de Valdelinares.