martes, 20 de marzo de 2018

Bodas de Oro

  Hace siglos que no publico.
  Me centro en las tareas de mi casa, en mis clases de repaso, en mis labores de ganchillo... Y no escribo. Aparte de las noticias en la prensa digital, apenas leo. Si me tuviera que poner una puntuación, seguro sería negativa.
  Pero estoy en un momento de cambio.
  Mis hijas son mayores y comienzan a hacer su vida. Cosa normal, con las edades que tienen. Aún puedo dar gracias por los años que he podido disfrutar de ellas, aquí, entre pies, como quien dice. Porque han sido niñas muy de casa. Pero han comenzado a volar.
  Así que es el momento ideal de empezar a pensar en mi. Y en J. siempre a mi lado.
  La primera decisión importante en mi nueva andadura la tomé en septiembre. Después de muchos años tiñendo mis canas, después de consultar en casa si todos iban a estar de acuerdo, decidí no dañar más mi pelo con productos químicos. Desde unos años atrás, el tinte lo hacíamos en casa, con lo cual, prácticamente no me suponía molestia, gasto ni pérdida de tiempo. Pero mi pelo estaba empezando a dar signos de hartazgo, y sufría caída de cabello y cuero cabelludo sensible.
  En cualquier caso, ya estaba bien.
  49 años, premenopáusica y convencida. El mejor momento para cambiar.
  Y es, sin duda alguna, la mejor decisión que he tomado en mucho tiempo.
  Cierto es que siempre he llevado el pelo largo y ahora, por exigencias del guión, he tenido que cortarlo bastante, para ir quitando años de tinte. No me veo demasiado bien con el pelo corto... Los de fuera de casa me dicen que estoy estupenda, con el pelo canoso y corto. Pero yo no me acabo de gustar. La idea es ir dejándolo crecer ya en breve. No hasta la melena larga que siempre he llevado, aunque sí hasta una melenita graciosa y cómoda. Tengo el pelo rizado y me lo domino mejor cuando tiene cierto largo y pesa más el cabello.

  ¡Uff, qué parrafada!
  Creí que tenía que comenzar por ahí antes de publicar el verdadero contenido de esta entrada.
  También de cara a los que me conocéis, porque iba a poner una foto, y si hace tiempo que no me habéis visto, el cambio en mi os podía resultar chocante.

  Me meto en harina...
  El domingo pasado, día 18 de marzo de 2018, celebramos las Bodas de Oro de mis padres. Se casaron en 1968, así que las matemáticas no fallan.
  Ellos se casaron en Villanueva de Alcolea, pues era el pueblo de mi madre. Los casó un tío de mi madre, sacerdote, mossen Ezequiel Saura Moner. Como mi padre era sastre y tenía su oficio en Benlloch, se hicieron una casa aquí y se vinieron a vivir recién casados.
  Otra de las nuevas decisiones que he tomado ha sido ponerme a régimen.
  No sé bien cómo llegué a donde estaba. Llegué. Simplemente. Los embarazos, el trabajo de madre a jornada completa, el estar siempre metida en casa... Se me fue de las manos. 24 años de casada y otros tantos kilos en este cuerpo serrano.
  Hasta que dije: "Hasta aquí llegamos".
  Y me puse en manos de un profesional. No es que haya cambiado mucho mi dieta o los alimentos que antes comíamos. Casi diría que comemos lo mismo, pero bien administrado, y con alguna restricción. No paso hambre. Y tengo mis horarios. En casa todos comemos lo mismo; no tengo que guisar a parte para mi. Si considero que la ración se queda escasa para los demás, les completo con alguna cosita. Es verdad que, hacer régimen así es muy cómodo y nada sacrificado.
  Resultados a día de hoy. He perdido ya 12 kilos en 6 meses.