miércoles, 30 de mayo de 2012

Hace ya 10 años

  ¿Cómo pasa el tiempo!
  Hoy hace 10 años que me hicieron el primer cateterismo en el Clínico de Valencia.
  Entonces yo era una novata. Había pasado mis partos, mi aborto, mi operación de hernia umbilical... pero aún era inexperta en temas médicos. Me tomaba las cosas de otra manera, con más fuerza, con más vitalidad, como si fuera a comerme el mundo.
  Recuerdo que hubo gente que me decía: "no te preocupes, un cateterismo no es nada; a mi marido se lo hicieron y, en un momento, ya estaba fuera". Muchos lo decían para animar, lo sé.
  Cuando salí de aquella prueba, 4 horas y media después de haber entrado, y con todo lo que había aprendido del dolor y del aguante, pensé que ya nada volvería a ser igual. De hecho, aquello, cambió mi modo de afrontar los reveses de la salud. Yo creo que hizo bajar mi umbral del dolor. Desde entonces tengo miedo de que las pruebas médicas a las que me he ido sometiendo me causen dolor.
  Por otra parte, me sentí aliviada, cuando salí de allí "curada".
  Durante años, había dejado de hacer cosas por miedo a las dichosas taquicardias, cada vez más fuertes y más incapacitantes. Me apunté al grupo de danzas, comencé a hacer aeroboxing... Me exigía bastante, pensando que mi corazón era capaz ahora de aguantar cualquier cosa.
  Pero se ve que las cosas no son para siempre.
  Cuando mi cardiólogo me dijo que se había vuelto a abrir otra vía accesoria y que tendría que volver a hacerme el estudio y, en su caso, la ablación, el mundo se me cayó a los pies.
  Con algo más de miedo que la primera vez, por ya saber a qué me enfrentaba, entré en quirófano nuevamente el 15 de septiembre de 2011. Ya sabéis cómo fue todo entonces, los que habéis leído mi blog. Pasé momentos complicados después de aquello. Aunque debo ser más fuerte de lo que yo creo...
  En principio iba a tener que esperar 2 meses para repetir el cateterismo, aunque pasó alguno más, 6 meses, para ser más exactos.
  Si la 2ª vez tuve miedo, esta vez estaba aterrada. Por si fuera poco, me quedé enganchada de la espalda la noche antes, y sufría por el tormento de pasar 24 horas en la misma posición.
  Esta vez fueron 4 horas de quirófano; mucho, ya que en realidad ya sabían dónde estaba el problema e iban a solucionarlo. Lo que pasa es que le eché narices al tema. El pecho me ardía durante la ablación, la garganta... pero sabía que por mi no iba a quedar mal la cosa, y me quejaba sólo cuando el dolor era insoportable. Entonces paraban y retomaban. Hasta que el doctor Bellver dijo "creo que lo tenemos". Recuerdo que se me insinuó una sonrisa en la cara que ya no pude borrar. Estaba feliz.
  La espalda me dio menos guerra de lo que me temía. Aparte también porque en el Hospital me dieron calmantes. Pero creo que la alegría por sentirme curada pudo con todo. Nada era demasiado malo. Era como un parto; cuando estás en el paritorio piensas que no vas a poder resistir y que tú no vuelves a pasar por ello ni una vez más; pero cuando ves a tu hijo se te pasa todo el dolor de repente y piensas que todo el sufrimiento ha valido la pena...
  Me decía: "venga, unas horas más y nos vamos a casa".

  No puedo decir que esto sea una curación definitiva. Nadie me lo puede asegurar.
  Pero firmo por otros 10 años de bonanza.