jueves, 4 de abril de 2013

Un paseo en bicicleta.

  Voy a contaros lo que sucedió ayer:
  Llevábamos ya un tiempo pensando en hacer una excursión con las bicis hasta el Cuartico. Recientemente han arreglado los caminos, y queríamos comprobar que era una buena ruta para hacerla en bicicleta.
  El día se levantó despejado.
  Preparamos pan, algo de mezcla, bastante agua y algunos dulces para picar. Y salimos de marcha. Eran las 10:20 cuando salimos por el Pinaret en dirección a la roca de la Tortuga.
Cruzamos la CV-10 y continuamos por el camino asfaltado hasta la rotonda de les Cènies, cerca del aeropuerto. Desde allí bordeamos la autovía. Antes íbamos directos por el camino desde el pueblo, pero al hacer la autovía, lo cortaron, y ahora hay que dar una vuelta bastante grande para salir al mismo sitio.
  En Mayo de este año va a hacer 17 años que no estaba en el Cuartico.
  Disfrutamos del paseo, del campo en primavera, del sol y del aire. Cuando venía cuesta arriba, bajábamos de las bicis y paseábamos. Eso lo hacía sobretodo yo, que ando un poco floja y falta de ejercicio. Y aprovechábamos las bajadas para subirnos a las bicis y dejarnos llevar. Se adelanta camino así.
  O sea, que en las subidas bajábamos y en las bajadas subíamos. No sé si me explico.
  En 2 horas nos plantamos en el Cuartico.
  Allí nos encontramos con el abuelito y Marco, que habían dejado el coche a una media hora de camino, para disfrutar también de un rato de paseo.
  J nos llevó a ver el aljibe y la vista del mar desde una masía que están arreglando.


  Era cerca de la 1 y pensamos en ponernos a comer.
  Llegaron Javi, María y la abuelita.
  Y J comprobó que su bici tenía la rueda de delante pinchada.
  En principio parecía un buen problema, porque no llevábamos nada para reparar el pinchazo.
  Pero eso no impidió que disfrutáramos de una soleada y tranquila comida. Nosotros llevábamos unos sabrosos bocadillos, y dimos buena cuenta de ellos.


  Cerca de las 3 decidimos ponernos en camino para volver a casa. Aunque intentamos hinchar la rueda de la bici de J, no lo conseguimos porque la cámara tenía un buen desgarro. Así que yo me fui con Javi en el coche y J cogió mi bici para volver con las chicas. Ya a la ida habíamos pensado que al volver tomaríamos otra ruta, para pasar por la fuente de Subarra.
  Hasta ahí todo correcto.
  Llevamos la bici desmontada de J, que habíamos traído en el maletero del coche de Javi, al almacén del tío Pedro.
  Y yo me fui a casa, porque a las 5 tenía que venir Xavi a repaso.
  Descansé un rato, y preparé un poco la clase.
  A las 5 intenté hablar con Laura. Pensé que me dirían que ya habían pasado la zona de subidas y que disfrutaban de la cuesta abajo para llegar pronto a casa. Pero su teléfono me dio señal de no cobertura. Unos 15 minutos después volví a intentarlo.
  Hablé con Laura.
  Estaban perdidos.
  Pero me decían que no me preocupara, que estaban buscando el camino.
  A las 6 volví a llamarles.
  Seguían perdidos. Me preguntaron a qué hora anochecía. Me ofrecí a salir con el coche a buscarles. Insistieron en que no me preocupara, porque intentaban salir de donde estaban y convencidos de dar con el buen camino.
  A esas alturas ya podréis imaginaros que era imposible estar tranquila.
  Sobre las 18:45 me llamaron con algo de urgencia. Apenas tenían batería en los móviles. Iban a intentar volver al Cuartico y me pedían que fuera con el coche a buscarles. Era tarde y ya no confiaban en llegar por su propio pie al pueblo. Iban a apagar los teléfonos para reservar la poca batería que les quedaba. Me llamarían ellos.
  A las 19:00 recogieron a Xavi, y yo no esperé ninguna llamada, salí con el coche disparada. No quería que la noche les sorprendiera por esos caminos. Y me imaginaba que estarían agotados.
  Por suerte recordaba bastante bien el camino que habíamos hecho por la mañana, y lo fui reproduciendo hasta llegar cerca del Cuartico. Me crucé con 2 hombres en una furgoneta, y tentada estuve de preguntarles si les habían visto, pero comprendí que eso generaría más alarma, y les saludé sin más al pasar junto a ellos.
  Es curioso cómo actúa la memoria. En un par de ocasiones dudé de estar en el camino correcto, porque había zonas que no recordaba, tal vez porque al ir eran momentos en los que estaba más pendiente de mi bici o de no caerme, y no me fijaba en el paisaje. Pero seguía adelante y de repente había algo que me llamaba la atención, o que me recordaba algún comentario de J, o algo que habían señalado las chicas, y me convencía de que era el camino correcto. Y llegué a un punto en el que el camino se dividía en 2, y dudé un poco, lo justo para disminuir la velocidad, y vi aparecer a mi familia. Creo que todos nos alegramos de vernos.


  Anochecía.
  Plegamos los asientos de atrás del Clio.
  Desmontamos las ruedas de delante de las bicis y las pusimos en el coche. Cupieron bien.
  L se sentó en el maletero, en un hueco junto a la ventana. Y R y J ocuparon el asiento del copiloto.
  Regresábamos a casa justo cuando empezaba a llover.
  Una buena ducha, generoso after sun, ropa limpia, y rica cena.
  J les dijo a las chicas que estaba orgulloso de ellas, de lo valientes que habían sido porque no se quejaron en ningún momento mientras estuvieron perdidos. Porque estuvieron perdidos y bien perdidos. Tomaron diferentes caminos que no les llevaban a ningún sitio o que se perdían en sendas por las que apenas cabían con las bicis. Hicieron y deshicieron sin éxito. Arrastrando las bicis cuesta arriba y dejándose llevar cuesta abajo. Más de 4 horas antes de abandonar.


  Al final todo tiene un porqué.
  El pinchazo de su bici fue providencial para que yo volviera a casa en coche. Habría sido demasiado esfuerzo para mi tantas horas de bici. Y les fui de más ayuda yendo después a recogerles con el coche.
  En cualquier caso, fue una buena aventura. Otra anécdota para contar y echarnos unas risas.
  Mi familia es especial.
  Lejos de dar dramatismo a los errores, aprendemos de ellos sin perder la sonrisa.



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